LUIS BATLLE BERRES  | 
       
      
         
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        Uruguay, 1998.  
         
        Realización, diseño y entrevistas:  
        Eliana Delisante, Claude Frison. Fotografía: Agustín Coutinho. Sonido:
        Italo Fernández, Fabián Oliver. Montaje: Tato Ariosa.  
         
        Asistentes:  
        Simone Maccari, María Raquel Dioni, Claudia Firpo, Nicolás Firpo, Mario
        Pelayo. Archivo fílmico: Ana Laura Martínez, Enrique Gubitosi.  
         
        Realización: 
        Cinemateca Uruguaya, Escuela de Cine del Uruguay. 
         
        Producción: 
        Presidencia de la República Oriental del Uruguay.  
         
        Duración:  
        47 minutos.   | 
       
     
    Música de los años 20. De un pasado distante van
    apareciendo imágenes de quien fuera uno de los protagonistas de la historia política de
    este siglo en el Uruguay. Lo que sigue a esas primeras imágenes es una aproximación
    desde varios ángulos a su vida, pero sobre todo a ese tiempo y a ese país perdidos pero
    recuperados en la memoria de los documentos de época, en el tono recitativo de los
    locutores de cine y radio, que ahora parecen tan exageradamente gritados. Era,
    ciertamente, otro país, y ese país asoma en este documental de montaje que preserva
    intocados muchos documentos conservando las bandas sonoras de viejas películas sin
    reemplazarlas por músicas y textos más actuales. En definitiva, no agrega una sola
    línea de comentario, no emplea un locutor, no intercala letreros explicativos, sino que
    confía que toda explicación provenga de la crónica sobre el hombre (Luis Batlle Berres,
    presidente del Uruguay, político del Partido Colorado), de imágenes de la vida del país
    y de Montevideo a lo largo de esos años, y del recuerdo y la visión que de él conservan
    quienes son sus hijos pero a la vez de quienes compartieron ese país que ya no es, de
    Reyes Abadie hasta Líber Seregni, el actual presidente Julio María Sanguinetti o Walter
    Santoro.  
     
    Lo que esos testigos agregan a la crónica son visiones complementarias nunca
    contradictorias entre sí, como si la figura de Batlle Berres convocara, décadas
    después, ciertas identidades de juicio para los blancos, colorados y frenteamplistas que
    sobre él opinan. Pero unos y otros, sus hijos Jorge y Luis, su peluquero, su maestro de
    armas, parecen revivir más que la trayectoria personal de Batlle Berres, el momento (o
    los diversos momentos) de ese Uruguay que confía, que atraviesa los años de la dictadura
    de Terra y de la Segunda Guerra, que sustituye importaciones, que sorprendido descubre
    inestabilidades. Mientras tanto, junto con ese relato el documental prosigue su crónica
    de historia vivida y recuperada en imágenes, con fluidez, sin énfasis, invitando al
    espectador a un recorrido cómplice en el pasado. 
    Para comprender esa fluidez debe observarse la manera simple y
    ocasional con que la crónica pasa de un asunto a otro: una svástica en el Graf Zeppelin
    que sobrevuela Montevideo es el único dato para que se sepa que el mundo se aproxima a la
    guerra y que el conflcito llegó hasta aquí; la voz del propio Batlle Berres reclamando a
    Estados Unidos la apertura comercial es el mejor comentario de imágenes documentales
    sobre importaciones uruguayas desde Estados Unidos; un encuentro en medio del Río entre
    Batlle y Perón conserva al locutor argentino tan enfático como los uruguayos de esa
    época. 
     
    Por la pantalla pasa el Uruguay, su gente, y a la vez el protagonista histórico de la
    crónica. Esa es quizás la explicación de la fuerza de comunicación de este documental,
    que sin decirlo termina siendo un relato entrañable y humano. Y una demostración
    práctica y concreta de la potencia que adquieren, en el montaje, las imágenes
    documentales de época, viejos films de archivo que construyen un retrato cierto y
    creíble de buena parte de este siglo, visto desde la perspectiva de uno de sus
    gobernantes más notorios.  
     
    Otras imágenes, otro ángulo y otro relato se construirían si el gobernante o la
    personalidad recuperada fueran otros, claro. Para el caso se utilizó material del propio
    Archivo Fílmico de Cinemateca Uruguaya, del Archivo General de la Nación, Inéditos,
    SODRE y de la familia Batlle. El trabajo fue realizado por docentes y alumnos de la
    Escuela de Cine del Uruguay, y puede verse como una demostración de solvencia
    extracurricular.  |