"LAS COTORRAS DEL SR. PRESIDENTE"
Parece que la quinta presidencial de Colonia, conocida como de Anchorena, está llena de cotorras. Centenares de nidos anidan en los árboles de la quinta y los vecinos se quejan. Se quejan porque la cotorra es un bicho que vuela y no respeta los alambrados, los límites de su vuelo, y aprovechando esa condición volátil se posa donde quiere y depreda lo que sea. La cotorra, como los Peirano, es una plaga. Éstos forman banda, y las otras bandadas. El daño que llegan a causar es incalculable. Por eso hay que combatirlas. En el caso particular de las cotorras, me da no sé qué porque de alguna manera son pajaritas que alegran las mañanas con su griterío alocado y jaranero. Aves verdes, y no como las otras aves negras. As cotorras se las puede combatir de diferentes maneras, por diversos medios, menos a conversación. La cotorra habla pero no escucha, interrumpe mucho y no atiende a razones. Es inútil que usted las reúna y trate de explicarles la situación. Uno de los medios más eficaces y tradicionales, es atacarlas con escopeta de dos caños y cartuchos con chumbos. Pese a los avances de la tecnología en materia de armamentos, el misil moderno es inadecuado para el caso cotorras. Otro tanto podemos decir del submarino, el tanque blindado y la caballería ligera. No obstante, se puede intentar con la vieja pega pega, con la honda gomera y con la trampa caza gañote. En el caso de multitudes de cotorras, como es este de la quinta de Anchorena, se puede pensar en infiltrar en sus filas al loro barranquero, que por su porte y su experiencia, podría lograr un traslado de nidos a otras zonas menos pobladas. Un grupo de loros bien adoctrinados, con atractivos plumajes compuestos con algún azul sobre el fondo verde, puede producir entre las bandadas de cotorras una disputa que las desmoralice y las divida, haciendo más fácil la tarea del exterminio masivo. Lamentablemente, el Sr. Presidente ha dicho que carece de medios para enfrentar el combate contra las cotorras. Es alarmante. El Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de mi país, con su Ministerio de Defensa, se declara impotente para combatir cotorras. Demos gracias a Dios que tenemos buenos vecinos. Ante semajante confesión gubernamental. Nos queda recurrir al viejo y querido espantapájaros. Debemos considerar, que los productores atraviesan por una crisis que difícilmente les permita vestir muñecos para espantar cotorras. Un espantapájaros medianamente presentable, requiere calzado, saco y pantalón, y aunque puede prescindir de corbata necesita, como prenda imprescindible, un sombrerito. Esperemos que para esa función, el Sr. Presidente esté bien dispuesto y en condiciones de atender la demanda. Donando ropa.
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