Un asunto muy conversado
Cosa sería pal uso de la palabra fue un tal Socotroco Finito, casado que supo estar con Totorita Tojota, que se le fue a vivir con la madre. La misma noche del casamiento se llevó a la vieja con ellos, porque justamente esa tarde el marido de la vieja, padre de Totorita, la echó del rancho porque le cebó el mate frío numero setecientos. Que la vieja le dijo que bien podía esperar a los mil mates pa echarla, pero el viejo se plantó en los setecientos. Y Socotroco va y descubre que Totorita había heredado de la vieja la cebada de mate frío, y se lo reprochó a la vieja y van y se le mandan a mudar ofendidas las dos, y el hombre quedó solito, y dentró a extrañar las conversaciones. Fue cuando se le ocurrió buscar un loro que hablara, pa llenar sus horas de silencio, pa tener con quien cambiar una idea, porque el hombre solo es naides. Consiguió algunos de lo peor en materia loro, que uno lo relajó todito y otro le escupió un ojo cuando él le estaba ofreciendo la papa. Por eso se fue hasta el boliche El Resorte y comentó lo que le pasaba. La Duvija le arrimó una copita con mermelada pa picar, y se le ofreció pa caerle algún mediodía y conversarle algo, pero el hombre agradeció y dijo que, con el mayor respeto, mujeres, por el momento -dijo-, no. Entonces lo aconsejó el tape Olmedo, y va y le dice, le dijo: - Vea don Socotroco - le dijo-, lo mejor pa estos casos es buscar loro silvestre, pa enseñar, que no tenga vicios. Usté lo enseña y dispués viene y me dice, porque el loro, -le dijo-, es como el ajo, que repite. Y allá salió el hombre a buscar loro por los montes, y cayó por un rancho pa pedir permiso pa trepar a un árbol, pero lo atendió una mujer tan fea que no se animó a decirle que andaba buscando un loro, no fuera cosa que la mujer se ilusionara. Dio unas vueltas, cayó en otro rancho y dijo que buscaba loro, y el dueño de casa le dijo que loro no tenía y le ofreció una tenaza. - ¿Qué tiene que ver tenaza con loro?. - Nada, pero la gente que es servicial y de buena voluntá ofrece lo que tiene. Al final Socotroco encontró un loro silvestre en una barranca. Lo tuvo que llevar atado, porque era un loro chúcaro, malhumorado el loro. Socotroco llegó a su rancho, preparó mate, armó tabaco, y el loro nada. El hombre salio a buscar agua al pozo, volvió, se puso a conversar del tiempo, de la seca, del piojillo del repollo, de la selección de Venezuela, de los vecinos, y el loro nada. Hasta que va Socotroco y se calienta y le tira con el mate y lo relaja todito al loro. Ahí sí, ahí el loro descargó todo su odio, todos sus rencores, toda su alma de loro barranquero, y habló, y no paraba de hablar, hasta que Socotroco no aguantó más y lo metió en el gallinero y salió a buscar novia. Y el loro dentró a conversar con las gallinas. Y esa misma noche se lo vio salir con una bataraza, rumbo al monte. El loro meta charla, y la gallina deslumbrada, porque era la primera vez que salía de noche.
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