Un asunto bien pavo
Hombre que supo tener problemas con un pavo, fue un tal Maremoto Molusco, el casau con Majadera Bromuro, que se conocieron una vuelta que él pasaba con un arreo de porcinos, y ella lo llamó pa que le matara una hormiga que le andaba en la cocina, porque siempre dejaba el azucarero destapado, y él fue a ver, y los chanchos le fueron atrás y se le metieron en el rancho, y después no podía encontrar la hormiga porque los chanchos le hacían sombra, y pa no desaprovechar el encuentro arreglaron pa casarse. A los pocos días se vio que ella tenía sus caprichos, y va y se le antoja tener sombrero con pluma de pavo real, que son unas plumas tornasoladas, de lo más bonitas. Maremoto salió preocupado porque pavo hay mucho, pero con plumas de colores difícil. Caminó, caminó y caminó, y no encontró, no encontró y no encontró. Al final juntó unas plumas de gallina, las pintó y se las llevó a la mujer. Casi se las hace tragar. Volvió a salir, y cerca del mediodía, iba cruzando un montecito, cuando mira así y se topa con un pavo real. De cola abierta, en abanico, un lujo de animalito vistoso, pavoneándose el pavo. Maremoto lo estuvo mirando, y tuvo que esperar un rato hasta que cerrara la cola pa poder calzarlo abajo del brazo y marchar con él. Mansito el pavo. En lugar de desplumarlo, lo quiso lucir y lo llevó tal cual hasta el boliche El Resorte, pa que lo envidiaran. Llegó, dentró saludó, pidió una copita y puso el pavo arriba del mostrador. Mansito el pavo. Los del boliche apenas si miraron y cada cual siguió en lo suyo. Entonces Maremoto le acarició la cabeza al pavo, pa que abriera la cola y deslumbrara. Pero el pavo, como si nada. Le habló, le suplicó, le rogó, lo amenazó y estuvo a punto de decirle que no fuera pavo, pero el necesitaba que fuera, y no se lo dijo. Ahí se le acercó la Duvija y le dio un poquito de mermelada y le hizo unos mimos pa que abriera la cola. Mansito el pavo, pero como si nada. Fue cuando se le acercó el tape Olmedo y lo miró al pavo real, lo miró a Meremoto y va y le pregunta: - ¿A qué hora lo encontró de cola abierta?. - Serían las once de la mañana, once y media. - Entonces -dijo el tape-, hay que esperar. Clavau que este pavo es de los que cierran al mediodía, así que hasta las dos de la tarde no abre. Pavo, pero cumplidor, dos menos cinco ya estaba abriendo.
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